Si el árbol genealógico del padre de Alex tiene sus raíces en Oriente, el de su madre es un dosel de verde automovilismo británico. Mi madre es británica: nació en Silverstone, la cuna del automovilismo británico, lo cual es genial", dice. Mi abuelo trabajaba en el mundo de las carreras, en las fábricas, así que se ocupaba de los antecedentes. Él mismo participaba en carreras de motos, así que mis abuelos viajaron por todo el Reino Unido a diferentes fábricas de automovilismo".
Tras conocerse a través de un amigo de la familia, los padres de Alex se mudaron a Lewisham, en el sureste de la ciudad, un microcosmos de lo que es Londres. Multicultural, bulliciosa, inquieta y llena de vida. Lewisham era, y es, mi hogar. Siempre fue una comunidad muy diversa. Siempre fue muy ruidosa: coches chillando por la calle, cosas diferentes, gente gritando y lo que fuera. Para mí, siempre fue mi hogar: la gente siempre se cuidaba".
La influencia china en la vida de Alex Yee fue evidente desde muy pronto, y determinó su forma de tratar a la gente, de entrenar y de mantenerse en el camino recto. Respetabas la autoridad de tus padres y hacías lo que te decían. "Me lo enseñaron desde muy pequeño", dice. "La cultura china me enseñó a respetar y a escuchar. Aplicar eso a un entrenador o a un profesor me ha permitido maximizar su aportación. Se trata de respetar a mis mayores. Mi padre siempre cuidaba de mi abuelo. Siempre se educa al hijo mayor para que lo haga, así que, al ser el mayor, fui consciente de ello desde muy pequeño. Mi abuelo me lo enseñó e intentó inculcármelo".